DIARIO DE UNA FUTURA M.D.

Mis vacaciones fueron tranquilas. Mamá me llevó a una playa muggle. Creí que tal vez mi nueva identidad podría mejorar nuestra vida social. Pero no. Leona me tuvo escondida todas las vacaciones, y estaba segura de que esa era la razón de que nuestro viaje hubiera sido lejos del mundo mágico. Sin embargo, el hombre es de naturaleza social, y ni mi madre ni todo su esfuerzo por mantenerme alejada evitó que ese verano conociera a un muchacho llamado Joseph.

Leona me había dejado ir a dar un paseo por las cuevas que formaba el agua solo por que ella quería quedarse acostada tomando sol, y no levantarse. Estaba sumida en mis pensamientos y observando lo increíble de esas cuevas cavadas por el agua, cuando noté a un muchacho en el fondo de una. Estaba haciendo magia. Cuando me vio, rápidamente escondió su varita y mudó su rostro aniñado, a uno hostil al dirigirse hacia mí.

- No deberías hacer magia fuera de la escuela - le dije, divertida.

- No sé de que magia estás hablándome -. Saqué mi varita y susurré "Lumos", mientras una luz en su punta aparecía. De repente, el muchacho a mi lado parecía mucho más relajado.

- Yo no voy a ningún colegio. Mis padres me enseñan en casa, y me permiten hacer esto.

- Wow, tienes suerte. Yo voy a Hogwarts -. Y así comenzó una agradable y clandestina amistad. El joven se llamaba Joseph y sólo podía verlo por las noches. Me habló mucho de su país natal, Italia. Fue la primera vez que me abrí a una persona, ya que siempre al tener contacto tenía el cabello rubio y los ojos verdes. En las vacaciones mamá me dejó volver a mi look anterior, por lo que pude sentirme más como mi misma.

Nos despedimos prometiendo volver a vernos. Segundo año en Hogwarts no fue muy diferente del primero. Ocurrieron algunos accidentes con la Cámara de los Secretos, pero nunca estuve realmente en peligro.

Pero en el último ataque del basilisco, ocurrió algo diferente. Sería hipócrita decir que llegué allí de casualidad, por que la verdad tuve una especie de instinto que me llevó a donde llegué. Y llegué tan cerca del ataque al alumno, que vi una cola de serpiente gigante. Fue allí, donde tuve mi primer contacto con Harry Potter. Al parecer, llegó dos segundos después de mí, y tampoco creí que fuera por casualidad.

- ¿Lo has sentido? - me preguntó, al verme, mientras se acercaba a la víctima.

- ¿Sentir qué?

- La voz

- Yo sólo he sentido... no sé. Es difícil. Un impulso, o algo así -. Me miró con sus hermosos ojos azules.

- Será mejor que te vayas, alguien viene y te podrán culpar a ti -. Dos días después de ese incidente, Harry me vio por los pasillos y me preguntó si estaba bien. Le dije que si. El resto del año se limitó a saludarme de vez en cuando, o sonreírme cuando nos mirábamos por casualidad. Fue extraño, pero volví a mi casa más feliz que nunca.